Rocío Alejandra Ayala Pimentel | Informativo Nacional

LOS HUEHUENCHES


Así los conocí de niña, los huehuenches o, los viejos. Pregunté un día, por qué se les conocía de esa manera y la respuesta fue -porque así se llaman-.

LOS HUEHUENCHES
Febrero 27, 2023 09:36 hrs.
Cultura ›
Rocío Alejandra Ayala Pimentel › Informativo Nacional



La realidad es que su nombre tiene más sentido del que se pueda imaginar, la palabra ‘huehuenche’, viene del náhuatl huehuentzin o huehuetzin, que quiere decir ‘viejito’; de huehue ‘viejo (raíz: hue-, huey ‘viejo’; y -tzin, diminutivo. En alusión al viejo que dirige las danzas en las fiestas del pueblo.

Ignoro si los organizadores de las cuadrillas de Huehuenches conozcan el origen de esta danza, cuya vestimenta, hoy día es harto colorida y a veces, diversa, ya que también se incluyen botargas y travestis.

A finales de los años 70’s, el ajuar era un poco distinto en cuanto al color. Lo clásico era un traje con levita negra (saco con cola), un gazné de seda (también se le conoce como mascada) y un sorbete negro (sombrero de copa alta) adornado con listones de colores alrededor de la copa, tan largos como se pudiera y desde luego, una careta de cera con cejas pobladas, bigote y barba abundantes. Todo en su conjunto da una pinta de los otrora llamados ‘garbanceros’, personas que a pesar de tener sangre indígena, con su vestimenta aparentaban ser europeos cuando no lo eran, éstas personas se vestían con atuendos lujosos y elegantes sombreros, en tiempos de allá por la revolución mexicana.

Hoy día, las levitas son de varios y ‘vivos’ colores, y algunos hacen combinaciones, ciertamente preciosas y vistosas; los materiales son variados, desde el clásico lino, hasta telas con lentejuela. El gazné también cambió, hoy día se lucen verdaderas obras de arte, telas en poliseda o satín bordadas a mano, algunos van estampados con diseños que cada danzante elige, como el sello de su personalidad, no por ello deja de ser un ícono de elegancia y porte, para simbolizar elegancia, sutileza y estatus social, pues entre más vistoso sea el gazné, es más bonito el traje, este accesorio es imprescindible para todo huehuenche.

El sorbete, también tiene su chiste, los hay de materiales como paño y plástico, los de paño son negros en su mayoría y ahora es posible encontrarlos casi de todos los colores. Se adornan con listones alrededor de la copa, procurando resaltar los colores de la levita y el gazné. Los listones son largos y van dispuestos de modo que al rodear la copa del sorbete, cuelguen sobre la espalda del huehuenche.

Esta danza del carnaval, en Tocuila, corresponde como fecha original, al domingo, lunes y martes, antes del miércoles de ceniza, en relación al tiempo de la cuaresma. Sin embargo, hoy día ya se realiza cada fin de semana y hasta antes de ‘semana santa’.

Del carnaval se dice, que es una festividad popular de tradición cristiana y que probablemente su origen sea pagano, relacionado con las fiestas dedicadas a Baco, el dios del vino, las fiestas saturnales y lupercales romanas, en donde se permitía a los siervos tomar el papel de los amos.

Retomando el origen de la palabra náhuatl ‘huehuenche’, pudiéramos cuadrar el origen y relación de este carnaval, con las fechas importantes para los pueblos mesoamericanos. Por ejemplo, recién llevamos a cabo Huauhquiltamalqualiztli (bendición de las semillas), y ahora, estamos a días de realizar la Apantla (el caño se limpia), una ceremonia que investigadores del Colegio de Postgraduados, han catalogado como una fiesta de agradecimiento para que no falte el agua, cuyo complemento es la Atzaziliztli, ceremonia para pedir la lluvia y cuya fecha, se empata con la celebración católica de ‘el día de la Santa Cruz’.

Echando un vistazo a la memoria histórica de Tocuila, encontramos que somos un pueblo originario con una vasta riqueza cultural poco apreciada, misma que desde el Colectivo In Ixtli In Yolotl San Miguel Tocuila, a través del Consejo de Representación Indígena, tiene como tarea inmediata, documentar y dar a conocer, con la finalidad de rescatar nuestras raíces, de toda una maraña de olvidos y recuerdos tergiversados.

Es así que, recordamos al carnaval de Tocuila, como una fiesta alegre y colorida, que inicia un domingo y termina en día martes por la noche, con la tradicional quema del ‘Palegrande’.

El Palegrande también tiene un papel muy importante dentro del carnaval, en el pueblo de Tocuila, existen mitos y leyendas en torno a él, donde se le atribuían milagros hacia los inválidos, sanación de enfermos graves y una que otra fechoría contra las mujeres que, en la época setentera osaran andar solas por las calles del pueblo. Hoy día, es una figura de cartón que emula a un huehuenche, ajuareado como tal, que por cierto, antes, se vestía al Palegrande con ropa de huehuenche incluida una careta original (de cera), ahora, por lo regular son muñecos de cartón, parecidos a los huehuenches, con vestimenta de papel y una careta de plástico, empotrados en una armazón de carrizo y juegos pirotécnicos al rededor.

A la manera de concluir el carnaval se le llama, ‘la quema de la horca’ (del latín forca, horca del labrador). La horca es un conjunto de tres palos o vigas (dos plantados en la tierra y un tercero por encima de éstos, trabando ambos palos), es donde se ejecutaban los condenados a dicha pena, siendo colgados por el cuello. Ese mismo fin tiene el Palegrande.

Conociendo la jocosidad que nos caracteriza a los mexicanos, no es difícil imaginar que tal vez, el origen de los huehuenches, sea una sátira, a la forma de vivir de la época porfiriana. Desde luego, replicada tantas veces, hasta formar parte de las tradiciones de nuestro pueblo.

Como sea, la danza de los huehuenches, integra ahora a niños, jóvenes y adultos, donde cada día gana terreno la participación de las mujeres, ya que en los últimos años, danzantes y organizadores, han apostado más por la difusión cultural, erradicando poco a poco el degenere que alguna vez era preponderante en el carnaval, al grado tal que se restringía la participación de las mujeres, por tratarse de un baile ‘pesado’, donde la mayoría bailaban ebrios y era un ‘manoseadero’ entre ellos, de forma indecente y vulgar.

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